¿Saben que?

llevo varias horas buscando palabras correctas para explicar la historia, que hoy les venia a contar, pero que en estas pocas lineas me sabrán entender.

Es que hoy no vengo a narrar historias, ni por verdaderas que fueran, ni por fantásticamente hermoso que quisieran sonar.

hoy me siento capaz de escribirle al amor, pero algo menos claro y no me refiero a la simplicidad de mis palabras, ¡no, ahora no!. Quiero escribirle a la jovencita de piel morena, mordida por la cruel verdad de su historia; de ojos oscuros con sentir de miel, con mirada fugaz y unas perlas que se le suele llamar dientes, que reposando en su paladar iluminan la penumbra del lugar,  que carga con la incertidumbre de no entender como mueven sus caderas al son de una cumbia o una champeta, con la suficiente destreza para excitar hasta el mas blanco de este auditorio  y que si de belleza se tratase serian las paginas ocultas de Pablo Neruda, que nunca se pudo leer ni se llego a escribir.

Que atraparía entre el zaguán de los sueños perdidos y mi deseo poco expirado de poderla tocar. Por que quien no se sintió asfixiante cuando la vieron bailar.

  Ahora, ni hablar de sazón, pues bendito sea el que entre su tiempo de más, allá creado tal perfección en unas muñecas cansadas de batallar. 

Cuando se les escucha hablar no hay quien las detenga pues desbordando cada locura contenida por alegato seria un suicidio para el palpitante corazón el no dejar que sigan marcando su acento en cada oración

Texto original del estudiante de grado 10: Juan Jose Marín